Golondrinas y aviones comunes: Aves del terruño que inspiran lirismo.
Golondrina común (Hirundo rustica). Enara arrunta
Inicio con la semblanza descriptiva de este ave, dos capítulos dedicados a las 3 especies orníticas que más insectos devoran: la golondrina común,- protagonista de esta entrega-, el avión común (Delichon urbicum) y el vencejo común (Apus apus), que aunque presenta algunas características físicas similares, no está emparentado con los dos primeros, ya que pertenece a un orden diferente, los apodiformes, por características físicas que ya explicaré en el siguiente capítulo.
Aviones, Golondrinas y Vencejos, las tres, son especies bien conocidas por todos, aunque todavía haya gente que desconoce que los vencejos son de otro grupo diferente. Pero si hay un objetivo claro de esta sección es divulgar para toda la ciudadanía los características y valores ecológicos de la biodiversidad que nos rodea ya que no se puede conservar lo que no se conoce y por ello desde aquí iré explicando de forma sencilla y amena, las diversas particularidades de cada una.
Tras este inciso introductorio paso a la descripción de la popular golondrina común, ave de cuerpo muy aerodinámico, alas estrechas y puntiagudas y manto negros con tonos azul eléctrico oscuro y de cola muy ahorquillada que le otorgan las dos plumas de los extremos; cuando la despliega se pueden ver claramente una franja blanca formada por una mancha en cada una de sus plumas caudales o timoneras. De llamativa cara rojo carmesí, cuello negro, vientre blanco con tonos amarillentos, tarsos y dedos muy pequeños. Machos y hembras no tienen apenas dimorfismo sexual, es decir, las diferencias cromáticas y físicas externas que tienen ambos sexos, lo único, los machos tienen las plumas externas de la cola más largas; por su parte los individuos jóvenes presentan un plumaje de un color más apagado y las dos citadas plumas de la cola aun más corta que la de los adultos.
Su dieta se compone sobre todo de mosqutos y moscas, además de chinches, avispas y otros insectos voladores que atrapan en vuelos acrobáticos, a menudo a baja altura. Ésta característica de vuelo también los diferencia en una comparativa con sus primos, los aviones comunes y sus vecinos los vencejos, puesto que los segundos cazan a mayor altura y los vencejos mucho más alto aún. Cuando no están ejecutando sus frenéticos vuelos de persecución tras esa clase de plancton áereo que son esos invertebrados voladores es habitual verlas posadas en cables eléctricos, zonas valladas y en las ramas de árboles secos.
Las golondrinas, como todo el mundo conoce, son aves estivales, que a partir de septiembre se empiezan a preparar para su largo periplo migratorio, y poner rumbo, los ejemplares de las poblaciones ibéricas a las calurosas y fecundas en insectos tierras ecuatoriales del Golfo de Guinea, donde establecen sus cuarteles de invernada. Otras poblaciones procedentes de otras zonas de Europa incluso llegan a alcanzar las latitudes de Sudáfrica. Hacia las últimas semanas de la estación fría empiezan a ponerse en marcha en los vuelos de regreso hacia la Península, si bien, hay diferencias claras de fechas según de donde proceda cada población ibérica ya que las del sur penínsular pueden llegar entre enero y febrero mientras que al norte cantábrico hasta marzo o abril no se suelen empezar a ver. En esto de las fechas de su calendario natural también ofrece un dato diferenciador con las otras dos especies, siendo la más tempranera en regresar a los lugares de cría mientras que aviones llegan después y vencejos más tarde aun. Para el viaje migratorio de invernada, el orden es inverso: primero se van los vencejos, después los aviones y por último las golondrinas.
“Los Tres Mosquiteros”, como se les conoce jocosamente en el argot pajarero, son aves particularmente importantes para la ciencia ornitológica dado su regular calendario biológico anual siendo especialmente sensibles a los efectos climáticos y sus cambios y por ello unos buenos ejemplos para estudiar los efectos del cambio climático en la biodiversidad.
La fenología es la ciencia que estudia la influencia de los factores climáticos y variaciones estacionales en el ciclo vital de los seres vivos y mediante estas investigaciones se está percibiendo que por efecto del cambio climático las golondrinas están llegando antes a la Península y por ende, también a nuestra geografía vasca. Hace 4 años, en un paseo por Salburua, yo mismo tuve la oportunidad de avistar a una de ellas a mediados de febrero desde el observatorio de “Los Fresnos”. Aunque como bien dice el refrán “Una golondrina no hace verano”, si se que puede constatar que poco a poco la tendencia se va haciendo con los años más común. Por ello se está haciendo partícipe a la sociedad de difundir el concepto de Ciencia Ciudadana ,- cada vez más en boga y aprovechando los recursos que nos ofrecen las nuevas tecnologías-, desde diversos colectivos y como no, desde SEO/BirdLife con el programa Aves y Clima, al cual se anima e invita a la ciudadanía a que aporten sus datos de fechas de observación de la primera vez que avisten a estas tres especies cada año en su zona o localidad.
Aves del terruño que inspiran lirismo
¡Qué decir de las golondrinas¡, entroncadas profundamente en el acervo cultural popular del medio rural, asociadas por las gentes campesinas como anunciadoras a su regreso, de la llegada de la primavera, cantadas por poetas, protagonistas de refranes, cuentos, historias, canciones de los pueblos, leyendas, etc, . Desde las celebérrimas “…oscuras golondrinas que Gustavo Adolfo Bécquer recitaba que volverían, a la golondrina del cuento del Príncipe Feliz de Oscar Wilde y pasando por tantos otros ejemplos, en definitiva un rico bagaje cultural existente desde tiempos inmemoriales. Pero no solamente es algo de antaño, en nuestra época moderna y urbanita que paradójicamente tanto se ha apartado del mundo rural, esta pequeña y frágil ave aparece representada en todo tipo de soportes, en la moda, estampada en prendas de vestir, diseños, logos, joyas, un sinfín de objetos y hasta en tatuajes.
Volviendo a su hábitat, a su medio rural de cultivos y campo abierto, siempre ligadas a la presencia humana, a los pequeños pueblos donde utilizan cualquier edificación de la arquitectura popular: cuadras, viviendas, almacenes, desvanes, buhardillas, edificios abandonados, etc, para la construcción de sus nidos que elaboran cuan hacendosas albañiles, afanándose a la tarea tanto el macho como la hembra recogiendo con su pico barro y otros elementos como pajas y ramitas con continuas idas y venidas, para crear un habitáculo en forma de taza adosado a la pared y cerca del techo. En la construcción del nido estriba otra de las diferencias con los aviones comunes siendo los de éstos, además de adosados a la pared, pegados al techo y con un orificio de entrada y en la mayoría de las ocasiones los construye en el exterior de las edificaciones, mientras que el de la golondrina es abierto, como un balcón y en interior.
Además de la golondrina común, cría en la Península otra especie de su género Hirundo : la golondrina daúrica (Cecropis daurica), menos conocida y presente en gran parte del territorio ibérico pero faltando en el norte peninsular, Aragón (excepto algunas zonas), parte de Cataluña y algunas extensiones de Castilla-León.
Para calibrar la importancia de estas insectívoras especializadas, una buena forma es traducir a datos su menú y las cifras son especialmente explicitas: cada golondrina llega a devorar alrededor de 60 insectos por hora, es decir más de 800 insectos diarios, cantidad que al año expresa que un individuo consume 55 kg. de insectos, una enorme cantidad, tratándose del ínfimo peso de cada mosca, mosquito u hormiga voladora. Así que les animo a que hagan cuentas y sorpréndanse del número de insectos que devora un solo ejemplar. Ahora imagínense como sería la vida para los humanos y nuestros recursos agrícolas sin la existencia o la reducción de poblaciones de éstas y otras aves tan benefactoras con las que tienen en común su alimentación insectívora.
Lamentablemente este planteamiento que les hago de ejercicio mental, ya lleva tiempo haciéndose patente y es que ese medio rural donde habita nuestra protagonista se está convirtiendo en cada vez más hostil. Puede parecer sorprendente pero es la realidad, en el campo cada vez hay menos “bichos”, por efectos del uso de herbicidas, plaguicidas y demás biocidas, las poblaciones de insectos se están reduciendo drásticamente de muchas zonas agrícolas, pastizales y parameras y con ellas las poblaciones de aves tan comunes como las golondrinas y demás insectívoros. Por ello desde la organización SEO/BirdLife se llevan años poniendo en práctica programas y campañas de conservación para de este trío de especies,- de hecho la golondrina común fue declarada Ave del Año 2014, al igual que lo es este año el vencejo común. Hay que tener en cuenta también que sus nidos están protegidos por Ley, constituyendo un delito su retirada y/o destrucción.
Avión común (Delichon urbicum) Enara azpizuria
Orden: Hirundiniformes. Familia: Hirundinidae. 14 cm. Long.
Por su parte el avión común es de tamaño algo menor que su pariente, esta pequeña golondrina presenta un cromatismo similar en manto y alas más cortas y aun más negras, no así su faz, con la garganta, pecho y vientre de un blanco níveo, al igual que su obispillo (nombre que se le da a la parte inferior de la espalda de las aves), uno de los rasgos diferenciadores que nos permite identificarle en vuelo sin dudar, el otro detalle es la cola negra más corta y menos ahorquillada que la golondrina y sin las dos plumas caudales exteriores de mayor longitud. Tiene los tarsos calzados de plumitas blancas. Respecto a sus periplos migratorios, comparten los mismos derroteros que sus “poéticas” congéneres.
Otras especies emparentadas con el avión común no comparten el mismo hábitat, como son el caso del avión roquero (Ptyonoprogne rupestris) que vive en ecosistemas de farallones rocosos de montaña y también en acantilados costeros y el avión zapador (Riparia riparia) , presente en zonas de taludes de ríos.
Como he mencionado anteriormente su nido también lo construyen recogiendo bolitas de barro, dejando un agujero como única entrada y lo adosan al techo en el exterior de edificios, sobre todo en aleros de tejados, y también aunque en menor medida, en otras estructuras humanas como presas y puentes y además de en pueblos, también habita en ciudades. Otra característica que no comparten es su forma de convivencia, la golondrina habita de forma más solitaria, por el contrario el avión es además de gregario un morador que forma colonias de numerosos núcleos familiares.
Este tipo de agrupamiento es una de las razones que le acarrean conflicto con algunos vecinos humanos, dada la cantidad de excrementos que se acumulan alrededor de sus nidos. De todas formas actualmente algunas empresas han dado con una solución de ecodiseño a estos problemas de salubridad comercializando una serie de sencillas estructuras con forma de bandeja para colocar bajo los nidos y que se autolimpian a través del agua de lluvia. Una eficaz solución que evita que los vecinos acaben derribando los nidos y malogrando las puestas.
Ambas especies tienen pollos 2 veces al año e incluso en ocasiones tres. En la primera suelen poner 5 huevos; los de los aviones, de color blanco y color amarillento; con manchitas rojizas, los de las golondrinas. En los aviones, los 2 progenitores los incuban durante 15 días, pero mamá golondrina se encarga de este menester ella sola. Las 2 especies alimentan a sus crías constantemente, durante unos 25 días (aprox.) momento en el que serán ya pollos volantones preparados para su bautismo aéreo.
J.Javier Frias
Grupo Local SEO Betsaide (Alava/Araba y Bizkaia)
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