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sábado, 7 de febrero de 2015

EXCURSIÓN A SANTOÑA 25-01-2015

Las Marismas de Santoña es un destino muy recurrente durante el año para cualquier ornitólogo,  pero es en la época invernal uno de sus momentos álgidos, auténtica temporada alta para los amantes de las aves.  Las excursiones a este privilegiado y hermoso paraje se convierten en tradición para disfrutar de la observación de las aves acuáticas y marinas, que tenemos tan  cerca tenemos de casa.


 El domingo 25 de enero nos  fuimos reuniendo los miembros del grupo local  en el Pólder de Escalante,  un día entre nubes y claros, frío pero perfecto para la observación.  


Desde aquí la amplitud de la ría hace imprescindible el uso del telescopio, pudiendo avistar, en mitad de las praderías a un nutrido grupo de Ánsares comunes (Anser anser). Cerca de ellos, dos Alcaravanes (Burhinus oedicnemus) y  Garcillas bueyeras (Bubulcus ibis).  

En el medio acuático  la presencia de 2 Colimbo grande (Gavia immer), agujas colinegras (Limosa limosa), Garza real (Árdea cinerea), Espátulas (Platalea leucorodia), Zarapitos reales (Numenius arquata), Zarapito trinador (Numenius phaeopus) Garcetas comunes (Egretta garzetta), Zampullín cuellinegro, Gaviotas reidoras (Chroicocephalus ridibundus), Gaviota sombría (Larus fuscus), Gaviotas patiamarillas (Larus michahellis) y gaviota cabecinegra (Larus melanocephalus). 
 

Una figura vigilante se apostaba posado en unas ramas,  un Halcón peregrino (Falco peregrinus)  


y  unos metros más abajo,  cantaba un Petirrojo (Erithacus rubecula) .
 


Hay muchos puntos interesantes a los que echar un vistazo y el tiempo vuela, rapidamente nos dirigimos al siguiente punto de observación,  el paraje del convento de Montehano, a un escaso kilómetro y medio del pólder.  En la parte trasera del monasterio, la bajamar deja al descubierto algunas cubetas y diques por los que suelen proliferar limícolas y ardeidas. Al otro lado se abre la bahía, ofreciendo vistas de las localidades ribereñas de la marisma. 

Miramos en dirección a los árboles que suele  usar de posadero el Águila pescadora (Pandion haliaetus), y donde  la habíamos visto un rato antes, mientras circulábamos en dirección al pólder de Escalante, pero ya no estaba.   

Encaramado a una torreta eléctrica estaba un Gavión atlántico (Larus marinus) aunque el  protagonismo se los llevaron el Zampullín chico (Tachybaptus rufficollis) y los Zampullines cuellirrojos (Podiceps auritus), este último especie relativamente rara aunque últimamente parece ser regular su invernada en Santoña.  



Zarapitos reales, Zarapito trinador, Andarríos chico (Actitis hypoleucos), Garza real, Cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo), Ostrero (Haematopus ostralegus) y una Espátula (Platalea leucorodia), en vuelo rasante y pausado a pocos metros por encima de nosotr@s y el martín pescador. 


Desde allí, partimos rumbo al observatorio de la Arenilla, con unas amplísimas vistas de toda la bahía y al fondo el Puntal, la parte final de la playa de la Salvé de Laredo, azotada fuertemente en los temporales del invierno pasado.  Desde este magnífico oteadero, podemos ver la zona de lodos que quedan tras la bajamar, en la que correteaban Vuelvepiedras (Arenaria interpres), Archibebe claro (Tringa nebularia), Chorlitejos grandes (Charadrius hiaticula) y Andarríos chico. 




Más allá, en medio de la bahía, se extiende un enorme banco de arena, en el que se concentraban  un grupo muy numeroso de aves acuáticas,  como gaviotas reidoras, patiamarillas y sombrías y las oriundas de lares boreales, las Barnaclas carinegras (Branta bernicla) que permanecían por allí picoteando por todo el arenal, en torno a unos 300 ejemplares, tal como nos habían llegado las informaciones de los colegas ornitólogos de la zona. Conocido y frecuente es de esta isleta arenosa el nutrido grupo de Cormoranes grandes que ofrecen a ojos del observador su estampa clásica de postureo de secado de  alas. Y en cuanto a otras aves que se presenciaban: Cornejas negras (Corvus corone), Espátulas (Platalea leucorodia), la hembra del Aguilucho lagunero occidental (Circus aeruginosus), que efectuó un par de vuelos intimidatorios y varios Zarapitos reales, como únicos integrantes de los buscadores del fango. 







Se acercaba la hora de comer, pero antes no podíamos dejar de echar un vistazo a uno de los puntos más destacados de las marismas santoñesas en cuanto a variedad de aves se refiere. Este no es otro que los alrededores del pequeño observatorio de Bengoa, en la ría de Boo.  También aquí hay dos ambientes diferenciados  por las aves que los habitan, separados ambos parajes por el dique de la mencionada ría. En el lado izquierdo en dirección al observatorio, se extiende la ría propiamente dicha, en la que como en los demás lugares marismeños, las mareas, sobretodo la bajamar, juegan un papel primordial y en esos momentos, este lugar es un paraíso para los limícolas, aunque a esas horas las zonas de lodos estaban sin nada de agua y poco pudimos ver solamente apareció un Archibebe común (Tringa totanus) y algunas  gaviotas reidoras. 




En el lado derecho del dique, más de marisma y vegetación herbácea, es lugar donde se arremolinan las anátidas, como los que vimos: Ánades frisos (Anas strepera), Ánades azulones (Anas platyrhynchos), Porrones europeos (Aythya ferina) y las muy comunes Fochas (Fulica atra).  Y como todo no son acuáticas, también se hicieron notar un insistente Carbonero común (Parus major), cantando y una hembra de Tarabilla común, posada en lo alto de un matorral. 
 







Mientras dábamos buena cuenta del almuerzo cerca del mar, en el parque frente al tótem omnipresente del monte Buciero, también las aves amenizaron con su presencia nuestra tertulia sobre ellas mismas; Lavanderas blancas (Motacilla alba), Gorriones comunes (Passer domesticus ), un Petirrojo (Erithacus rubecula ),  Jilgueros ( Carduelis carduelis ), Urracas ( Pica pica ) y un Colirrojo tizón ( Phoenicurus ochruros ) revolotearon por allí como queriendo estar atentos a nuestra conversación y a ver si dejábamos alguna migaña que llevarse al pico. 


Tras un ratillo de sobremesa, no quisimos dejar pasar más tiempo y aprovechar al máximo las pocas horas de luz que quedaban, poniendo dirección hasta la charca de Gandarias, sita en el entorno del pueblo de Cicero. Permanecimos un breve rato, pero los pocos avistamientos fueron muy interesantes, como los Moritos (Plegadis falcinellus), propios de climas más benignos y latitudes más sureñas, cuyo plumaje aunque en la lejanía se ve oscuro, es un gozo admirar de cerca los colores iridiscentes de alguna de sus plumas. Asimismo apareció también el Martín Pescador posado unos instantes para lanzarse en zambullida a la charca. Repitieron su presencia también allí los Archibebes claro y común. 

Y como último punto a prospectar, echamos un vistazo por el paseo de Colindres, cerca del puerto, mirando hacia la ría de Treto. Éste es un inmejorable lugar para otear sobretodo una gran variedad de limícolas como Correlimos comunes (Calidris alpina), los reiterados Archibebe común y Archibebe claro, Zarapito trinador (Numenius phaeopus), Chorlitos grises (Pluvialis squatarola) y por parte de las anátidas, varios Tarros blancos (Tadorna tadorna), y poniendo fín a la lista con las Gaviotas reidoras.  








La tarde se hizo noche en un suspiro, dando colofón ornitológico a otra jornada gratificante de pajareo, 


Crónica de Jjavier y Ana mar.
Fotos: Shant, Arantza, Angel Ruiz Elizalde y Ana Mar.

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