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lunes, 15 de marzo de 2021

Valses en los humedales - Somormujo lavanco (Podiceps cristatus). Murgil handia

 Valses en los humedales (por JJavier Frias)

Somormujo lavanco (Podiceps cristatus). Murgil handia

Orden: Podicipediformes. Familia: Podicipedidae. 46-51 cm. Long.

 
Estilizada ave acuática buceadora, de mediano tamaño y aspecto inconfundible caracterizado por su cuerpo alargado dorso marrón oscuro, flancos pardo castaños, largo cuello, penachos negros, (de ahí el apellido de la especie, “cristatus”-crestado) y en las mejillas, golas de color herrumbroso ribeteadas de negro. Estos últimos elementos los presenta en su época reproductora confiriéndole un bello y llamativo aspecto. Pasado el verano muda su plumaje adoptando el de invierno, de colores más apagados y sobre todo sin esos vistosos adornos nupciales. 
 
Totalmente adaptado a la vida acuática, con características físicas como la posición de las patas, en la parte más atrás del cuerpo y de membranas digitales independientes entre ellas, les hace especialmente dotados para el buceo. Estos atributos de su anatomía además de su pico en punta en forma de daga hace imposible su confusión con los patos, con los no está emparentado. Es la especie de mayor tamaño de la familia de los Podicipédidos, que engloba a los somormujos y zampullines.

Su dieta se compone principalmente de peces y también cangrejos, de vez en cuando también captura algún otro invertebrado como insectos acuáticos y larvas. Esta especie es principalmente sedentaria en la Península siendo las poblaciones del norte de Europa las que para pasar la invernada realizan migraciones parciales hacia humedales a los que no se les haya congelado el agua.

Es una de las aves acuáticas más conocidas y resulta común por los humedales de la Península, tanto interiores como costeros. En Álava donde más prolifera es en el embalse de Ullibarri-Gamboa siendo las colas meridionales los lugares donde poder disfrutar de su avistamiento tanto desde los observatorios del Parque Ornitológico de Mendixur, como desde Garaio. También está presente en Salburua y en el complejo lagunar de Laguardia, aunque la poca profundidad de sus aguas hace que resulte más escaso. Otros lugares son las balsas de riego diseminadas por la Llanada y la del Espinal y la de Las Rozas, en el Parque Natural de Izki, pero su presencia es más dispersa.

Según los datos que arroja el “Atlas de las aves en invierno en España 2007-2011” de SEO/BirdLife en sus censos, invernan unos 7112 individuos.

Suelo visitar a menudo cada año con mis compañeros del Grupo Local SEO-Betsaide (Araba y Bizkaia) los humedales alaveses antes mencionados y en una gran parte de nuestras salidas ornitológicas hemos podido disfrutar de la observación de estas gráciles aves.

En ocasiones como en el mes de mayo,  contemplando desde los observatorios del parque de Mendixur y las orillas de Garaio varias decenas de individuos. Aunque el día que rompió todos nuestros registros fue una jornada de septiembre del 2018 en que llegamos a avistar y contar hasta 244 ejemplares, entre los que se encontraban tanto adultos como jóvenes protagonizando momentos gratamente memorables desplazándose nadando este numeroso grupo en pelotón ordenado desde las orillas someras cercanas al observatorio de “Los carboneros” hacia la zona central de las colas del embalse. Se completaba la magnífica estampa con una notable densidad de otras especies de aves típicas de estos ecosistemas como cormoranes grandes y fochas comunes.

Pero no solamente en nuestra geografía alavesa he contemplado al protagonista que inaugura esta sección naturalística. Recurro para recordar esas otras vivencias en la naturaleza a la consulta de mis cuadernos de campo y la lista de lugares es bastante amplia, entre ellos parajes tan dispares como el litoral de Getxo, frente a la playa de Ereaga, las marismas de Santoña, el embalse de Arrocampo (Cáceres) y los Parques Nacionales de las Tablas de Daimiel (Ciudad Real) y Doñana (Huelva, Sevilla y Cádiz).

En el embalse  del Ebro en Corconte (Cantabria) colaboré en 2009 en un voluntariado ambiental  organizado por SEO/BirdLife y  en el que  una de las tareas que  realizamos  el equipo de compañeros/as voluntarios fue la  fabricación y montaje de plataformas flotantes de madera .  Ésta es una medida para tratar de que aumenten y se consoliden las poblaciones del somormujo en los humedales.  En Salburua, también hay colocada una  de estas estructuras  en la balsa de Arkaute , a pocos metros frente al observatorio de “Los Fresnos”.




Entre las últimas semanas de marzo y las primeras de abril, cuando quedan en el ambiente los coletazos del invierno concluído en forma de bajas temperaturas matinales y  meteorología aún adversa y cuando la primavera es un regalo recién desenvuelto, acontece el espectacular cortejo de estas esbeltas aves,  una de las paradas nupciales más  llamativas , elaboradas y vistosas  del mundo de las aves: la conocida como “danza del espejo” o también “danza de las algas”. Al ver a estos bailarines emplumados queda imaginar  al famoso ballet Bolshoi de Moscú tomando nota de la sublime actuación de las aves bajo los acordes de inmortales obras como “El lago de los cisnes” o los valses del “Danubio azul” de los compositores Tchaikovski o Johann Strauss (hijo), respectivamente.    

La danza es de una notable belleza plástica con los dos miembros de la pareja sumamente engalanados,  con las golas encendidas de color y los penachos de la cabeza enhiestos . Su ejecución completa podría describirse así: comienza  con uno de ellos se sumerge bajo su pareja y al salir a la superficie se gira para quedar frente a frente y ambos se acercan, se miran,  uno sacude la cabeza y su partenaire le imita el gesto, uno seguido del otro, repitiendo el ademán , como en un espejo, - de ahí la curiosa denominación-,   Uno de ellos vuelve a realizar repetidamente diferentes  gestos, miradas al cielo y cabezadas que  su pareja repite  perfectamente coordinada, después giran el cuello hasta rozar sus plumas del dorso, el baile va in crescendo  hasta  que realizan los pasos más espectaculares:  la fase de las ofrendas en las que ambos se sumergen al fondo del humedal y cortan con el pico tallos de plantas acuáticas, poco después emergen con ellas aproximándose con el cuerpo y cuellos estirados al ras de la lámina de agua y al encontrase se produce el paso culminante en el que ambos a la vez se yerguen  sobre la superficie cuerpo a cuerpo entre chapoteos durante unos instantes pareciendo casi levitar, con los tallos de las plantas cortadas en el pico ofreciéndose mutuamente material para el nido.   Finalizan volviendo a su postura habitual mientras permanecen juntos nadando. Esta espléndida ceremonia tan esmerada es fundamental en el comportamiento vital de esta especie ya que le sirve para comprometerse con su pareja para toda la vida.

La contemplación de esta  actuación deja boquiabierta y embelesada a cualquier persona que lo presencie quedando en la retina de todo amante de la naturaleza.  A partir de ese momento la pareja se dirigirá a las zonas con vegetación palustre y de aguas menos profundas , donde se entregarán a la construcción del nido que habilitarán montando una estructura oculta entre la vegetación de carrizos, juncos o espadañas a base de tallos de plantas acuáticas, ramas, algas, etc en el que la hembra se preparará para  la puesta de los futuros retoños.  Este curioso comportamiento ha atraído desde hace tiempo el interés de biólogos, como el británico  Sir Julian Huxley , que lo investigó en 1914.

Como curiosidad, otras especies de somormujo también elaboran una paradas nupciales con una ceremonia de baile de muy similares pasos a los del s. lavanco:  a miles de kilómetros de la región holártica, - la región biogeográfica que comprende Eurasia, Norteamérica y Norte de África -, en el hemisferio Sur, concretamente en la Patagonia habita el macá tobiano (Podiceps gallardoi). Y por su parte los somormujos occidentales americanos (Aechmophorus occidentalis) añaden un paso más cuando se yerguen sobre el agua, efectuando el llamado “correteo”: corriendo durante unos metros por la superficie.

Una vez aposentados en el nido y después de realizada la puesta, (generalmente entre finales de abril y el mes de mayo), en torno de 1 a 6 huevos, tanto la madre como el padre se alternarán en el proceso de incubación durante un periodo de prácticamente un mes, (unos 29 días), momento en el que los polluelos eclosionarán y como nidífugos que son, abandonarán el nido al poco de nacer para ir tras sus progenitores y tan pronto como los vean se irán subiendo a su dorso. Una simpática costumbre que ofrece una graciosa estampa y que llama la atención ver a los pollos, de un curioso aspecto cuyo rostro nada recuerda al de sus padres, con su cara y pico rayado de estrechas franjas negras, transportados cómodamente en la espalda de su progenitor/a.  
Este comportamiento obedece a que los polluelos en sus primeros momentos de vida tienen una alta sensibilidad al agua fría y por ello encuentran un buen abrigo entre el suave y cálido plumaje de sus padres. Alrededor de dos meses después los inmaduros pero crecidos somormujos , ya con un tamaño similar al del adulto dejarán la protección de su zona de confort para iniciar su propia vida.

 

J.Javier Frias

Grupo Local SEO Betsaide (Alava/Araba y Bizkaia)



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