Este sábado 7 de noviembre
organizamos una excursión a los alrededores del vertedero municipal de
Gardelegi, ubicado a las afueras de Vitoria-Gasteiz con el objetivo de observar
las aves rapaces, sobretodo las carroñeras, además de otras aves que se congregan allí en busca
de alimento.
A pesar de la imagen que se tiene de los vertederos como sitios insalubres y desagradables, desde el punto de vista ornitológico, observar desde los aledaños el recinto, resulta una experiencia sorprendente dada la numerosa concentración de aves que se puede ver.
A pesar de la imagen que se tiene de los vertederos como sitios insalubres y desagradables, desde el punto de vista ornitológico, observar desde los aledaños el recinto, resulta una experiencia sorprendente dada la numerosa concentración de aves que se puede ver.
Aunque, no podemos olvidar, que los vertederos son
verdaderas trampas mortales para las aves,
ya que en ellos consumen productos
tóxicos, plásticos y basura que algunas veces obstruyen su
garganta o el tracto digestivo provocándoles la muerte por malnutrición o
inanición.
Llegamos a las 10:00h de la
mañana al parking del pueblito de Lasarte, muy cercano al barrio de Armentia, situado
en la periferia Sur de la ciudad.
Desde donde se puede acercar subiendo a través de un corto sendero hasta las inmediaciones del vertedero.
Desde donde se puede acercar subiendo a través de un corto sendero hasta las inmediaciones del vertedero.
La bonanza climática del presente otoño y las cálidas temperaturas de este "Veranillo de San Martín" adelantado, invitaban al paseo. Antes de ponernos en camino, en los jardines y huertas de los chalets de Lasarte los paseriformes se mostraban activos pidiendo su cuota de protagonismo: un Mosquitero común (Phylloscopus collybita), Urracas (Pica pica), Currucas capirotadas (Sylvia atricapilla)
Estorninos negros (Sturnus unicolor)
Gorriones comunes (Passer domesticus), Gorrión chillón (Petronia petronia), Escribano soteño (Emberiza cirlus), Lavandera blanca (Motacilla alba) Verderón común (Chloris chloris) y nuestros ya inseparables compañeros de campo los Petirrojos europeos (Erithacus rubecula), que según llegamos empezaron a observarnos y nos siguieron durante todo el camino.
Según íbamos subiendo, observamos
la vegetación de carácter mediterráneo que aflora a ambos lados del camino. Quejigos
(Quercus faginea), Encinas (Quercus ilex), Rosal silvestre (Rosa canina),
Enebro (Juniperus communis), entre otros.
Las aves se nos iban cruzando, al igual que libélulas y mariposas que distraían nuestros ojos, la mariposa Sofía (Issoria Iathonia), Colias croceus y otra de la familia Lycaenidae.
Las aves se nos iban cruzando, al igual que libélulas y mariposas que distraían nuestros ojos, la mariposa Sofía (Issoria Iathonia), Colias croceus y otra de la familia Lycaenidae.
Al llegar a la parte trasera del vertedero,
asomados parcialmente a la cubeta de residuos avistamos a los
alados comensales de este espacio. El vertedero de Gardelegi, situado junto a
la carretera de Vitoria-Gasteiz a Laguardia (A-2124) tiene una longitud de unos
2 km, está
orientado en dirección N-S y cuenta con una superficie de 85 hectáreas aprox.
que está proyectado ampliar. En funcionamiento desde el año 1973, según datos
del año 2001, en esas fechas la cantidad de residuos sólidos (el 70% de ellos,
residuos de construcción), que generaba la ciudad era una media de 355 kg. por habitante/año y
para entonces este depósito de residuos, ya se estaba quedando pequeño.
Todas las épocas del año son
idóneas para ver a las aves acudir a llenar el buche, pero en invierno es el
mejor momento, tanto por la observación ya que muchos árboles de la falda de
este monte se encuentran sin hojas y se
puede ver más nítidamente el depósito, como por la oportunidad de otear a poca
distancia a los milanos reales y demás aves carroñeras.
El hecho de poder obtener comida fácilmente
de la basura orgánica que el ser humano desperdicia, es un filón para varias
especies de aves. Unas tan oportunistas como los milanos, en esta época el real
(Milvus milvus), Busardos ratoneros (Buteo buteo), las voraces Gaviotas
patiamarillas (Larus michahellis) y también las Gaviotas reidoras
(Chroicocephalus ridibundus) y otras de variada pirámide nutricional como las
cigüeñas blancas (Ciconia ciconia). También se pueden ver garzas reales (Ardea cinerea)
aunque en menor número y sobretodo, en un lugar así no podía faltar la
presencia de las aves carroñeras, los sanitarios de la naturaleza: los buitres
leonados (Gyps fulvus) muy numerosos y en época estival no podía faltar el alimoche (Neophron
percnopterus).
Era por tanto, éste, un buen
momento para disfrutar contemplando el comportamiento de las aves en
estos sitios tan especiales. El vertedero de Gardelegi un punto destacado para
el Buitre leonado (Gyps fulvus) como para el Milano real (Milvus milvus) ya que
ambos se reparten los dos montes situados al oeste del depósito, utilizándolos
como dormidero. Ésto constituye un recurso importante para poder realizar los censos
poblacionales del Milano real, una especie que como reproductora en el Pais
Vasco está en peligro de extinción con una población de menos de 100
individuos. En otoño-invierno los milanos reales que se observan son migradores
procedentes de Centroeuropa, Escandinavia... y muchos (208 ejemplares según el últimocenso de invernantes del 2014 ) vienen a pasar el invierno en Euskadi.
Estando allí pudimos ver como los
milanos reales efectuaban cicleos y vuelos de inspección alrededor del encinar,
era una ocasión magnífica para verlos de cerca, repitiendo sus acrobáticos paseos
aéreos: dormidero-bosque y viceversa. Por otra parte la nutrida colonia de
buitres leonados cicleaba a bastantes metros más de altura, aprovechando las
térmicas, mientras unos pocos individuos permanecían posados aún en su
dormidero.
Es sorprendente poder ver como se arremolinan en la cubeta del depósito puntuales, esperando pacientemente la llegada de los camiones que depositan y remueven la basura.
Es sorprendente poder ver como se arremolinan en la cubeta del depósito puntuales, esperando pacientemente la llegada de los camiones que depositan y remueven la basura.
Cuando esto ocurre y de ello
fuimos testigos, la algarabía de buitres leonados, milanos reales, gaviotas
patiamarillas (Larus michahellis) y Cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) volando
y descendiendo sobre las montañas de basura es sencillamente un espectáculo.
Por minutos se van turnando y los códigos de comportamiento de cada especie determinan la actuación a la hora de conseguir alimento en este espacio compartido. Las cigüeñas blancas se fueron situando a un lado de la cubeta, todas juntas, en compañía de las gaviotas patiamarillas que permanecian en tierra.
Otra rapaz que vino a vernos fue un Busardo ratonero (Buteo buteo), descendiendo del cerro. También aparecieron unas Cornejas negras (Corvus corone).
Por minutos se van turnando y los códigos de comportamiento de cada especie determinan la actuación a la hora de conseguir alimento en este espacio compartido. Las cigüeñas blancas se fueron situando a un lado de la cubeta, todas juntas, en compañía de las gaviotas patiamarillas que permanecian en tierra.
Otra rapaz que vino a vernos fue un Busardo ratonero (Buteo buteo), descendiendo del cerro. También aparecieron unas Cornejas negras (Corvus corone).
Cumpliendo con lo programado y comprobando que las carroñeras y milanos se iban dejando de ver, hacia las 12:30h, desandamos el camino para dirigirnos después a Salburua donde nos esperaban más compañeros del grupo.
Recorrimos el itinerario habitual
hasta los dos observatorios: el de los Fresnos y a última hora del atardecer,
el de las Zumas. Durante el paseo, nos llamó la atención la visión de dos
enormes avisperos en lo más alto de la copa de dos árboles, uno en la chopera
de Betoño y el otro en el robledal-isla. Intuimos que presumiblemente eran de la Avispa asiática (Vespa
velutina), especie invasora muy agresiva con las avispas y abejas autóctonas,
que se está extendiendo por Europa.
La luminosidad otoñal de este
día, propiciaba una tarde con un ambiente estupendo para el paseo y disfrute de
la naturaleza. Entre los colores amarillentos y ocres de los carrizales y
juncales, los sienas y marrones de las hojas caducas contrastando con los
azules de las balsas. Toda una gama cromática propia de una pintura impresionista.
Escuchamos el potente trino del
Cetia ruiseñor (Cettia cetti), el "relincho" del Pito real (Picus
viridis), el "tec,tec" de la Curruca capirotada (Sylvia atricapilla), al Mirlo
común (Turdus merula) y al Petirrojo europeo (Erithacus rubecula), que se
exhibía a escasos metros de nosotr@s, cantando y mirando a todos lados, al Colirrojo tizón (Phoenicurus ochruros),
Pinzón vulgar (Fringilla coelebs), Mosquitero común (Phylloscopus collybita),
Zorzal común (Turdus philomelos), Cornejas negras (Corvus corone), Chochín europeo
(Troglodytes troglodytes), Herrerillo común (Cyanistes caeruleus), Lavandera
blanca (Motacillaalba).
En la balsa de Arkaute: Ánades azulones (Anas
platyrhynchos), Cucharas comunes (Anas clypeata), Ánades frisos (Anas strepera)
un tempranero ejemplar de Ánade rabudo (Anas acuta ),- habitual invernante de
Salburua -, Fochas comunes (Fulica atra), Zampullín común (Tachybaptus
rufficollis), Gallineta común (Gallinula chloropus), Garza real (Ardea
cinerea), Garceta común (Egretta garzetta), Cormoranes grandes (Phalacrocorax
carbo), Cigüeñas blancas (Ciconia ciconia), un Halcón peregrino (Falco
peregrinus), cuya intimidatoria presencia en vuelo asustó e hizo despegar a las
anátidas.
Las repetidas zambullidas de un
Martín pescador (Alcedo atthis) desde cada uno de los postes en el que se
posaba, fueron instantes para imprimir como foto en la memoria.
Con esa imagen y viendo el transcurrir tranquilo del atardecer, nos fuimos al observatorio de las Zumas. Al atardecer, con las últimas luces rojas del ocaso y el cielo tornándose violáceo por momentos presenciamos otro hermoso espectáculo del día
primero cientos y enseguida miles, de Estorninos negros (Sturnus unicolor), agrupados formando enormes nubes de siluetas negras, situándose primero en los álamos y chopos que utilizan de dormidero.
Iban llegando escalonadamente, unos grupos más numerosos que otros y de manera ordenada fueron copando todas las ramas de los árboles. Cuando parecía que todos habían llegado al alojamiento, sorprendentemente despegaban de allí un grupo detrás de otro, formando de nuevo en el cielo, negras y gigantescas negras nubes de miles de individuos,
danzando en el aire y formando con sus vuelos caprichosas formas, desplazándose de manera perfectamente coordinada, sobrevolando por toda la balsa. Era impresionante verles pasar sobrevolando el observatorio, en una atmosfera sonora de miles de siluetas negras, (tal vez 2000 estorninos quizás más ), para volver a colocarse en su dormidero. Con la oscuridad adueñándose del entorno, fuimos regresando, dando por terminada una estupenda jornada de pajareo, disfrutando de la naturaleza y dejando en la memoria hermosos momentos para recordar.
Con esa imagen y viendo el transcurrir tranquilo del atardecer, nos fuimos al observatorio de las Zumas. Al atardecer, con las últimas luces rojas del ocaso y el cielo tornándose violáceo por momentos presenciamos otro hermoso espectáculo del día
primero cientos y enseguida miles, de Estorninos negros (Sturnus unicolor), agrupados formando enormes nubes de siluetas negras, situándose primero en los álamos y chopos que utilizan de dormidero.
Iban llegando escalonadamente, unos grupos más numerosos que otros y de manera ordenada fueron copando todas las ramas de los árboles. Cuando parecía que todos habían llegado al alojamiento, sorprendentemente despegaban de allí un grupo detrás de otro, formando de nuevo en el cielo, negras y gigantescas negras nubes de miles de individuos,
danzando en el aire y formando con sus vuelos caprichosas formas, desplazándose de manera perfectamente coordinada, sobrevolando por toda la balsa. Era impresionante verles pasar sobrevolando el observatorio, en una atmosfera sonora de miles de siluetas negras, (tal vez 2000 estorninos quizás más ), para volver a colocarse en su dormidero. Con la oscuridad adueñándose del entorno, fuimos regresando, dando por terminada una estupenda jornada de pajareo, disfrutando de la naturaleza y dejando en la memoria hermosos momentos para recordar.
Cronica y Fotos: Jjavier Frias y Ana Mar
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