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domingo, 19 de enero de 2020

OBSERVANDO A LA GAVIOTA GUANAGUANARE (Larus atricilla) Y OTRAS RAREZAS POR EL LITORAL CÁNTABRO. Santoña y Santander 17-1-2020

Cuando se estrena un nuevo calendario, los amantes de la naturaleza y de la observación de fauna, especialmente de aves, ponen su objetivo en la invernada ornítica. Nuestra región biogeográfica cantábrica es una zona especialmente privilegiada en lo que a diversidad de avifauna se refiere y durante estas primeras semanas de enero es uno de los mejores momentos para disfrutar de ellas a través del ocular de telescopios y prismáticos.

Desde hace varios años y siendo lamentablemente cada vez más patentes sus efectos, el cambio climático es ya un hecho y una influencia en la fenología de la biodiversidad. La fauna la sufre especialmente y de entre todos los seres, las siempre fascinantes aves, son la clase de vertebrados que más notan las cambios y afecciones en el estado del planeta, sus alteraciones climáticas y fenómenos meteorológicos extremos.

Es por ello, que unas veces por el aumento de temperatura que ha ido haciendo más cálidos y suaves los antaño húmedos y rigurosos inviernos de nuestras latitudes cantábricas y otras por los cada vez más reiterados episodios de meteorología extrema en forma de ciclogénesis explosivas y temporales casi huracanados, llevan ultimamente recalando por estos litorales algunas rarezas que con el tiempo pueden considerarse ya asiduas.
 
 

Éste fue uno de los objetivos por el que salimos algunos miembros del grupo rumbo a la vecina tierra de Cantabria para disfrutar de un día nublado pero estable poniendo ojo avizor en las marismas de Santoña. Coincidimos y nos juntamos allí con compañeras/os de los grupos locales SEO-Barcelona y SEO-Vanellus, compartiendo avistamientos y agradables conversaciones. 

Como es evidente, tratándose de la época invernal, las aves que más suscitan el interés son las aves migradoras, las aves viajeras y de entre ellas , las aves costeras y marinas, los grupos de avifauna que más taxones de allende los mares arriban nuestros litorales y más concretando aún más , la familia Laridae, es decir las gaviotas sobretodo de zonas boreales, con sus sutiles rasgos diferenciales en el plumaje y morfología constituyen un reto y a la vez una buena oportunidad para todos de aprender más sobre ellas .


De estas especies divagantes, son las gaviotas las que más se están prodigando por aqui: gaviotas polares, cáspicas, de Delaware, Bonaparte, gaviones hiperbóreos, son algunas de las visitantes que más están acostumbrándose a establecer sus cuarteles de invernada en nuestras costas, a las que han llegado desviándose de sus trayectoria por las inclemencias del tiempo o buscando puertos seguros a refugio de de las borrascas. 


Otra congénere de exótico nombre fue la protagonista de la jornada:  la gaviota Guanaguanare o gaviota reidora americana (Leucophaeus atricilla).  Haciendo un retrato-robot para la identificación de este ave foránea , en los individuos adultos hay que fijarse en su ligeramente mayor tamaño  y mayor envergadura que la reidora autóctona. Aunque de aspecto similar, presenta varias diferencias: En verano, cabeza negra, pico rojo con punta negra y algo más largo también, dorso gris más oscuro, orbital blanco y patas negras. Por contra y tal como se puede ver cuando llega a Europa,  en invierno su cabeza es blanca con lista ocular negruzca y pico totalmente negro.

Llegan a Europa Occidental procedentes de Norteamérica aunque también son reproductoras en América Central y el Caribe..

Por el muelle del puerto, allí apareció este ejemplar paseando solitario ajeno a las miradas que estaban pendientes de su presencia. En la fotografía se puede percibir que es un juvenil de primer invierno, por las manchas parduzcas de las plumas cobertoras.

No solamente dedicamos tiempo a esta bonita gaviota, en los bancos de arena y limos de la marisma estaban un buen número de aves acuáticas habituales cada año por estas fechas: barnaclas carinegras (Branta bernicla), cormoranes grandes (Phalacrocorax carbo), archibebes claros (Tringa nebularia), Zarapitos reales (Numenius arquata), zarapitos trinadores (Numenius phaeopus), chorlitejos grandes (Charadrius alexandrinus), andarríos chicos (Actitis hypoleucos), garcetas comunes (Egretta garzetta), correlimos comunes (Calidris alpina) y vuelvepiedras (Arenaria interpres).

Después nos desplazamos a Santander, ya que nos informamos que en la zona de la ermita de la Virgen del Mar, situada en el pueblo de S.Román de la Llanilla, se había visto otra rareza, en este caso passeriformes: los escribanos nivales (Plectrophenax nivalis).  En cuanto llegamos les vimos, tan facilmente como vemos a los gorriones, por la hierba pululaban estas avecillas de discreta pero armoniosa librea en invierno: tonos pajizos y vientre llamativamente blanco, sin embargo en verano, en sus lugares de cría de la tundra escandinava luce un cromatismo muy contrastado: cabeza, pecho y vientre blancos y dorso negro con franjas anchas blancas.


Ilustración de Juan Varela 


Escribano nival con plumaje de invierno. Foto de archivo de nuestro compañero Ángel Ruiz Elizalde



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